Bienvenido a mi mundo de letras

Para aprender
A escribir un cuento
Lo único que debes
Aprender es ésto:
Busca tus palabras
Ríndete a su vuelo
Así, (y sólo así) verás tu alma
Surcar horizontes de sueños


Y si... ríndete al vuelo de tus palabras. Ellas irán hilvanando poco a poco, una a una, tus frases para que traigan a la realidad cotidiana a esos sueños que habitan tu alma, y que aún te falta descubrir.

sábado, 12 de diciembre de 2009

La voz de Jaruk (cuento)

El hombre sentía que las sábanas se pegaban a su cuerpo, provocado por un sudor frío que acompañaba la vigilia, que separa el sueño profundo del despertar.
Estremecido por las voces de su sueño, se sentó apoyando su espalda en el respaldar de la cama…, y sin atreverse a encender la luz, entre los rayos mortecinos que se filtraban entre las hendijas de la ventana… repasó ese inquietante sueño.


Estaba en el fondo de su casa, parado de frente al pequeño bosque de lengas que regalaba su verdor al noviembre fueguino.
Su sueño en colores (que no era habitual), le permitía disfrutar cómo los lupinos de varias tonalidades se recostaban sobre el tejido de alambre que delimitaba su terreno.
Un poco más allá, el chorrillo cantarín, con su tan particular trova, recorría alegremente su lecho, en un trote dispar provocado por las rocas que lo circundaban.
Al hombre le gustaba ese éxtasis de recorrer con la mirada y en silencio ese paisaje que lo llevaba del patio de su casa, a la punta filosa del Monte Olivia que parecía siempre querer acariciar el cielo.
Fue entonces cuando el surrealismo de su sueño le hizo escuchar un gemido…
Miró a su derredor, pero no había nadie… no obstante el penoso gemido volvió a hacerse escuchar.
Vio entonces que en el medio de su patio, donde crecían unas matas de yerba buena, un hueco como si fuera un nido de algún roedor, asemejándose a una vieja boca desdentada que emitía una especie de lamento quejumbroso.
Atónito se acercó para escuchar mejor, y cuando estaba lo suficientemente cerca, pudo tener nitidez de esa voz y su mensaje.
-“Hombre… hijo… hace tanto que quiero hablarte…”- decía la boca anciana de la tierra.
- “¿Quién eres?” – preguntó el hombre – “¿Qué quieres de mí?”.
- “Soy Jaruk, la tierra, y quiero hablar contigo, hijo mío… quiero que por lo menos uno de mis hijos me preste atención”.
- “Te escucho…” – dijo el hombre, ahora con mayor interés aunque todavía con cierta desconfianza.
-“Mira… todo lo que estás viendo nace de mi amor generoso hacia ustedes, mis hijos… todo se lo doy… la fertilidad de mis entrañas no hace diferencias entre la verdura y la flor, que alimenta o que embellece… los bosques, la madera, la nieve, el agua que dejo caer desde las montañas… todo eso es para ustedes, mis hijos desde siempre…”
- “Sigue…” –  y se atrevió a balbucear – “…madre tierra”.
- “Gracias, hijo… pero lo que necesito ahora es contarte lo que me está pasando, porque en el dolor, en el sufrimiento, es bueno contar con un oído, aunque sea uno solo que nos escuche…”
Jaruk hizo un pequeño silencio, lo que le permitió al hombre volver a recorrer con la mirada el paisaje…y prosiguió
“Mira, hijo… hace un largo tiempo que muchos de tus hermanos han dejado de cuidar a su mama vieja. Arrojan sobre mi piel cosas que me dañan, que me contaminan, que hieren mis simientes, que dañan mis arterias”. – dijo haciendo referencia a las napas, y continuó.
- “Saben que el polietileno, los plásticos, las pilas, eso que ahora llaman “basura electrónica” son muy contaminantes, tanto como los desechos químicos de algunas fábricas…” – y añadió como si estuviera dictando una clase – “Están talando árboles en forma indiscriminada, en la búsqueda irresponsable del comercio. No cuidan mi abrigo, única túnica que me cubre y que ya está agujereada por tanto descuido…” – su boca desdentada parecía aún más triste al referirse a la capa de ozono.
El hombre escuchaba en silencio, a medida que una vergüenza profunda lo iba invadiendo.
- “Pero falta aún lo peor…” – dijo la vieja boca de Jaruk – “en éstos últimos tiempos se pelean entre hermanos por tener una parte mía, olvidándose que soy de todos. Hay quienes son como “hijos nocturnos”, que se valen de las sombras, y compulsivamente, sin esperar permiso me ocupan, usurpando el derecho de sus hermanos, mis otros hijos que obedientes esperan su turno; cercan y construyen sus viviendas furtivamente”.
“Ocupan”, “usurpan”, “compulsiva, furtivamente”…eran una fila de palabras que quedaron retumbando en los oídos del hombre.
- “Perdona, madre tierra…” – solamente se le ocurrió balbucear, abochornado – “Perdónanos a todos los que mancillamos tu integridad, lastimando tu amor materno”.
- “Ay, hijitos mío… sólo deben saber cuánto los amo, por eso les ruego que detengan ésta triste muerte a la que me están sometiendo…”.
Aún en las penumbras de su cuarto, el hombre se cubrió el rostro con las manos, a la vez que sintió entre sus dedos deslizarse tibia y tímida una lágrima, que nunca supo si formaba parte del sueño o de una dura realidad que muchas veces evitamos mirar…


Nota: Del diccionario Shelk-nam: JARUK= tierra; JARUKINKÁ= tierra más austral.

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