Bienvenido a mi mundo de letras

Para aprender
A escribir un cuento
Lo único que debes
Aprender es ésto:
Busca tus palabras
Ríndete a su vuelo
Así, (y sólo así) verás tu alma
Surcar horizontes de sueños


Y si... ríndete al vuelo de tus palabras. Ellas irán hilvanando poco a poco, una a una, tus frases para que traigan a la realidad cotidiana a esos sueños que habitan tu alma, y que aún te falta descubrir.

sábado, 16 de enero de 2010

Está pobre la miseria... (cuento breve)


“- Señor Presidente, gracias por venir a nuestro pueblo, porque se trata de un humilde caserío olvidado en el medio del campo, sin la mirada del mundo que gira a otra velocidad”
Acomodó el cable del sonido instalado con dos bocinas especialmente para ese evento, y continuó: - “…porque usted nos tiene en cuenta, no más que por eso. Los vecinos me designaron para que le dirija unas palabras, y como no tengo tanta práctica es esto de hablar por micrófono, escribí en mi cuaderno un sentir que me gustaría expresarle”.

En medio de escasos y tímidos aplausos de los habitantes de Villa Estación, que se había convertido en pueblo fantasma desde el cierre del ferrocarril, Rosendo mostró un cuadernito de tapas anaranjadas que contenía lo que para él sería un emotivo discurso.
-“Sabemos que el país le exige estar atento a la necesidad de mucha gente, de los importantes y de los de afuera, pero no se olvida de los pobres”
El Presidente hizo un gesto de aprobación con la cabeza mientras con media sonrisa esperaba las palabras de aquel hombre.
- “Mi pueblo piensa que gracias a usted, está pobre la miseria…” – se hizo un breve silencio, y los organizadores del evento, políticos de una ciudad vecina, le arrebataron el micrófono y lo bajaron casi a empujones de la tarima improvisada a título de escenario, mientras rápidamente subía el candidato postulado a la intendencia del pueblito y pedía aplausos para el Presidente, en un burdo intento de disimular un fallido acto, del parroquiano que comenzó a decir frases inconvenientes. Sus colaboradores le trajeron un guitarrero y trataba de presentarlo haciendo las veces de experimentado locutor conductor de fiestas.
¿Y qué pasó con Rosendo? El policía de mayor rango lo cargó en un patrullero, mientras lo retaba por no saber decir cosas agradables a la honorable visita, ¡¿Cómo le va a decir eso al Presidente?! y cuando el pobre hombre balbuceaba “…pero, si lo que yo…” lo cortaban con un grito, un cachetazo y amenazas de más trompadas.
Uno de los alcahuetes levantó el cuaderno naranja que se había caído en el apurón, y como no sabía qué hacer con él, y vio la mano tendida del Presidente, se lo entregó.
Luego del acto, para sorpresa de todos, el Presidente pidió ir a la Comisaría. Una vez allá, solicitó al Jefe la libertad de Rosendo, lo esperó, lo saludó con un cálido apretón de manos, se disculpó por el proceder del parroquiano que acababa de perder la candidatura a Intendente, lo felicitó por las palabras que no pudo decir… y le pidió si le permitía quedarse con el cuaderno naranja.
“…mi pueblo piensa que gracias a usted, está pobre la miseria… y digo gracias a usted, porque hace unos años, luego del cierre del ferrocarril, la miseria era la reina de aquí, se paseaba por las calles y abrazaba a todos los vecinos, les hacía agachar la cabeza hasta a los mejores ubicados; y ya no había animal que no luciera su hilera de costillas por la escasez de comida. Y la miseria era la única que engordaba. Pero subió usted al gobierno, y de a poco las cosas fueron mejorando, en un par de años la miseria fue perdiendo fuerza, ya no era la reina, y poco a poco fue siendo ella la pobre y el pueblo el que se iba enriqueciendo. Por eso le damos gracias, y a modo de ejemplo, le ruego que conserve en su recuerdo la frase de Villa Estación: Gracias a usted, está pobre la miseria”