Bienvenido a mi mundo de letras

Para aprender
A escribir un cuento
Lo único que debes
Aprender es ésto:
Busca tus palabras
Ríndete a su vuelo
Así, (y sólo así) verás tu alma
Surcar horizontes de sueños


Y si... ríndete al vuelo de tus palabras. Ellas irán hilvanando poco a poco, una a una, tus frases para que traigan a la realidad cotidiana a esos sueños que habitan tu alma, y que aún te falta descubrir.

sábado, 12 de diciembre de 2009

El hambre, preludio de muerte

Un día miré de frente a... el hambre


Vengo de un país...
capaz de producir la totalidad de su demanda interna.
Vengo de un país donde el deseo de exportar con grandes ganancias fue poco a poco reduciendo la capacidad de satisfacer las necesidades de mi pueblo.
Vengo de un país donde los gobiernos respondieron con mayor obsecuencia a los grandes imperios, y simultáneamente fuimos sintiendo vituperado nuestro sentimiento de pertenencia.
Vengo de un país donde los gobiernos fueron dejando bajo la alfombra mucha basura interna que no querían que la vieran las visitas.
Vengo de un país donde un buen día… un gobierno vendió hasta la alfombra…
Y quedó la mugre que taparon tanto tiempo a la vista de todos.
Y se habló de pobreza, de miseria, de indigencia.
Y los medios nos mostraron con hartante morbosidad niños desnutridos, de ojitos enormes y llorosos, con caritas curtidas de sol, casi deshidratados, intentando jugar en el patio de tierra de una casita construida con chapa negra de cartón y algunos costaneros de árboles que los aserraderos desperdician.
Recrearon a diario imágenes de viejos abandonados por todos y por nadie, caritas de ancianos que esperaban la muerte como un bálsamo a tanto sufrimiento.
Pudimos ver a la mujer, vestirse de noche para alquilar mentiras de su cuerpo por monedas para paliar dificultades, canjeando su dignidad por el duro preconcepto de la sociedad.
Nos mostraron toda la miseria posible, porque en ese momento generaba rating.
Pudimos ver a nuestros hermanos originarios (me resisto a llamarlos aborígenes) sufrir el olvido y la marginación de los adelantados, de sus propios paisanos y de las autoridades.
Pudimos ver por medios propios cómo a cualquier puntero político le conferían potestades para otorgar planes sociales, por supuesto con un pequeño retorno (un “diego” como le dicen al porcentaje) para que quien los cobre no tenga necesidad de presentarse a cumplir su contraprestación.
Y todo esto me dolió… amargamente.
Busqué un común denominador, una palabra que me permita conjugar todas las miserias que veía, y sólo se me ocurrió una: hambre.
Tanto el hambre físico como el espiritual, hambre de alimentos dignos, hambre de justicia, hambre de un país equilibrado, hambre de esperanza, hambre de referentes honestos…
Y me lo imaginé como un preludio de muerte.
Surgieron entonces éstos versos que contienen toda la bronca, toda la impotencia, toda la esterilidad que reflejan los responsables de guiar nuestro destino político.
¡Ay, país mío…! ¡Ay, hermanos míos!


Lo miré de frente, me hundí en sus ojos
profundo abismo que cautivó estremecimientos
provocando destellos de tiempos inertes
No era la vida, no era la muerte
era el hambre que reptaba
por las calles de tierra de nuestros pueblos
era el rostro cobrizo de un niño abandonado
hambre literal, …piel y huesos.

Lo encontré en miradas desoladas
En la indigencia de mis hermanos originarios
olvidados del sistema, fuera de la agenda
que desdeñando al pobre es inmoral, profana, pudenda
nefanda, execrable, vil, perversa,
excluida ex profeso de un diccionario
que disimula a base de eufemismos
la realidad que no siempre denuncian los diarios.

Miré de frente al hambre, cara a cara
Quise hablar, mas repelí su aliento
Su rostro de telaraña,
su cráneo liso, sin cabellos
Su paso discontinuo
su bastón sin apoyo
Sus manos, sólo tendones, todo esqueleto

El busca atrapar y reflejar en su imagen
al hombre sin trabajo, sufriente, alcoholizado
al joven del paco, del humo, del pegamento
a la mujer que vende engaños con su cuerpo
al niño que quedó sólo en su casa de villa
al anciano en un geriátrico abandonado,
o al que sufrió el olvido de la clase política
porque ya no vota, o votó al partido contrario.

Y se me dio por preguntarle al hambre
Qué buscaba de mi pueblo, que buscaba en mis hermanos
No respondió, dejó oír su risa ahuecada
de caja sin pulmones, perforada,
y sentí su respuesta que dolió hasta lo profano
Porque en el hueco sin vida de sus ojos
puede ver a Cristo Crucificado
y quien estaba a su lado, llorando sin consuelo
era un soldado… americano.




Carlos Alberto Giménez
Octubre de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario