besó mi oído tu voz de magnolias,
susurro de amor que llegó a mi alma,
mientras nuestros dedos decían su mensaje
surcando una espalda que ardía en esperanzas.
Tomé de tu aliento un suspiro eterno
parado en la cúspide de tu ritmo intenso,
tomé de tu éxtasis mi elíxir de vida,
fuiste primavera en mi piel de invierno.
Fuimos uno sólo, tormenta y sosiego,
fuimos dos perdidos en el universo,
besaste mis manos que te recorrieron,
yo besé la huella que dejó tu cuerpo.
Y nos dimos de lleno, nos acompasamos
Nos adormecimos de poesía y misterio
Aflojamos músculos, trenzamos las manos
Así nos dormimos, sonriendo al silencio
Bellísimo poema que ha tocado las fibras más sensibles de mi alma... ¡Qué belleza de letras!
ResponderEliminarAplauso cerrado y una magnolia,
Doral.