Parece que las musas estaban inquietas por la humedad de la tarde de un verano pluvial, una de ellas me acarició el hombro y halló refugio en mi oído... desde allí comenzó a dictar frases locas e inciertas, reverberando sensaciones adormecidas por la acumulación de inviernos. Y sentí que las imágenes de un interior parían paisajes de un dominó desprejuiciado de urgencias, que me permitían disfrutarlas desde lo intrínseco.
Sin embargo los escritores hemos perdido el egoísmo de las sensaciones personales y poblamos hojas para compartirlas con los duendes de la lectura. Desafiando a la capacidad de crear, inventando nuevas formas para invitar a la vista a vivir la alegoría de un sueño coloreado de sentimientos.
Nada me conmueve, todo te recuerda
Donde estarás, pequeña, donde sonreirás
Una tarde de lluvia lenta como ésta
Estarás extrañando nuestras horas cómplices
Nuestros besos robados húmedos de siesta
Donde dejarás dormir tus caricias
Estarás acaso pensando en mi espera
Donde irán tus sueños, tu ilusión de
estrellas
Escuchando confusos sonidos de niebla
Viendo caer el agua con temblor de náufrago
Ardiendo en deseos, empresas en quiebra
Como si esperaras que llegue algún día
Asomarme a tu tiempo, llamar a tu puerta
Como imaginandome de vacaciones
Impregnadas de ocio, y de ti desiertas
O acaso soñando un poemario abstracto
Negando que esperas, resistiendo sin fuerzas
Estarás como yo... mirando la lluvia
Sabiendo que el tiempo sepulta fronteras
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